domingo, 4 de enero de 2015

VARIATIONS ON A JAPANESE GARDEN

INCURSIONES EN GRANADA II

"Abrumados por la niebla
dos que caminan fundiendo
en uno sus corazones"
(Haiku)


La mente despierta, los ojos bien abiertos y los labios apretados, así bajé los cinco escalones en dirección a la Exposición. Cualquier noción de arte occidental debe ser descartada para comprender e interpretar las directrices básicas de las obras protegidas por esos muros. Entre la extrañeza y la fascinación paseaba por las estancias haciendo un enorme esfuerzo de entendimiento. Los sentidos y la parte animal se encargaron de conducir la complejidad mental. Comencemos el viaje.

En la sala principal y de planta cuadrada, encontramos las primeras obras de una simplicidad sin medida. Por suerte y gran acierto de la organización de la muestra, en unos escuetos folletos se orienta al visitante, aportando no sólo los datos de identificación de la obra, sino también a cerca del sentido, de lo que podría estar tratando de decir, del tema que plantea, del empleo de medios, de su procedencia y de qué normas rompe...
Al fondo obra de Richard Serra "Double Rift I" 2012. Se trata de un cuadro enorme, rectangular y en posición horizontal. Predomina el negro sobre el blanco. El blanco aparece en forma de rasgadura, en dos vetas en forma vertical terminadas gradualmente en punta, como si fueran lanzas que se funden con los márgenes, una de ellas con el de abajo y la segunda cruza la obra por completo. Sorprende la rugosidad de la composición, sin embargo la parte blanca es lisa. Recuerdo que delante de la obra pensaba en ella como una enorme pieza de pizarra enmarcada en yeso. Después cuando tomé distancia justo al irme, tuve la sensación de que eran persianas o cortinas, que dejaban pasar franjas de luz blanca. Detrás de las cortinas había otro espacio distinto. Sentía mucha curiosidad por atravesar esas cortinas y contemplar un mundo sugerido por un blanco liso. 

"Cerré los ojos y me imaginé despegando con mis propios dedos las cortinas y atravesando el marco, descomponerme en un haz de luz".

Estaba ante un ventanal y en el segundo plano estaba lleno de evasión clara, nueva y quizás la más efectiva de las conocidas. Cerré los ojos y me imaginé despegando con mis propios dedos las cortinas y atravesando el marco, descomponerme en un haz de luz. O quizás un buen lugar en el que dejar (más bien lanzar) el corazón durante los periodos de derrame y curación.

Alrededor de la sala por un pasillo redondo llegué a un pequeño altar a Yves Klein. El miedo al vacío ha hecho que rellenemos la vida con utensilios, prendas, piezas, elementos y accesorios que buscan darnos sustento. No queremos ser seres estáticos, sostenidos en la nada por el riesgo que ello supone, el miedo al dolor, a precipitarnos al vacío. El impacto se produce cuando veo la foto en la que el propio Yves Klein mantiene un diálogo con el vacío, con la oquedad entre su cuerpo y el suelo. Tampoco queremos ser seres dinámicos sin un eje de apoyo. Klein propone saltar, sin hilo y sin sujeción. Y en ese estado de descendimiento componer, crear, escribir, pensar y vivir. Así el artista hablaba  de que para expresar el vacío en sus composiciones era menester conocerlo, sentirlo y experimentar con el. Y sólo de ese modo exteriorizar el éxtasis que produce la gravedad. Supongo que llega un momento en el cual estar en continuo descendimiento hace que te fundas con el paisaje en caída, con el tiempo, con el desorden y que los cuerpos se difuminen. El miedo, no sirve de nada, omitiéndolo al menos se disfruta del trayecto, y siempre podemos gritar lo que nos hace sentir en ese momento -la nada-. Yo le grité a un chico italiano "Te quiero" desde un tren en marcha. Fue un instante aterciopelado cuando recordé todos aquellos saltos tímidos y el ardor vivo de los grandes. Es tiempo de piruetas. 

"A estas alturas la exposición había tratado varios de mis miedos, depurando su contenido".

Seguía caminando por el espacio sin mis rígidos patrones preconcebidos, en calma, en paz, como un "escriba sentado" atenta a cada nueva lección.  A estas alturas la exposición había tratado varios de mis miedos, depurando su contenido. 

Ante mis ojos "Emaki" una pieza confeccionada con la colaboración de la Casa de Asia en 2010. Se trata de un rollo de papel plisado con imágenes, una vez desplegado contiene un espacio a modo de arquitectura auto-portante en el que se ilustra visualmente el motivo inspirador de toda la exposición <El Jardín Japonés> por Shigemori. Este Jardín es trasladado cada veinte años. Para llegar al edificio central siempre hay que atravesar cuatro puertas. Éstas limpian el espíritu de la persona para alcanzar el lugar sagrado. Justo detrás del Emaki había un espejo rectangular que permitía ver todos los lados de la madeja compositiva.



Quedé completamente maravillada por el orden, por la idea de movilidad oriental, lejos de todo pensamiento sedentario, Las ilustraciones a veces eran dibujos, otras fotos e incluso grafías. 
Las flores con colores vivos sobre fondos oscuros, ramas que escalan por paredes, troncos que crecen, piedras milenarias y una arquitectura al servicio de la espiritualidad. Quizás en visiones como esa, resida el alimento vital para la emoción cuando se cree haber visto todo y se experimenta el cansancio emocional. Aquí los sentidos entienden mucho más que el germen humanizado que nos contiene. 
No había sentido jamás esa extraña mezcla entre fascinación y magnetismo. Las ideas se tornaban terciopelo, largos lazos de esa textura se expandían a mi alrededor. 

Tras la ensoñación unas cortinas negras me cortaban el paso, cuando las retiré pude ver a una joven Yoko Ono en una filmación donde denunciaba la sumisión extrema de la mujer oriental. Su cara no expresaba ninguna emoción, ninguna de las esperadas cuando te cortan la ropa personas que de forma aleatoria van pasando. No había enfado, ni sorpresa, ni rabia, ni tristeza, ni tan sólo resignación. Sus ojos miran hacia otro lado en una pose cuidada y sumisa. Yoko Ono "Cut Piece" 1965 Película de 16 mm transferida a digital. Carnegie Recital Hall, Nueva York. Colección del artista.



Para terminar con esta nueva entrada os dejo la música que sonaba durante todo el recorrido. "Cada conjunto de dos páginas es un jardín de sonido" Glissandi. Se trata de un cuaderno con un sistema de escritura musical totalmente desconocido para mi, basado en los espacios, la armonía, los silencios y la contemplación. Espero que os guste y haya alimentado vuestra curiosidad.



IL CARMINIO




1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada.

    Sobre "Double Rift I", yo lo veo como una separación entre dos mundos o realidades. La negra, oscura, rugosa, dura, los problemas y/o preocupaciones que a veces abarcan tanto. Lo vemos desde una perspectiva determinada y parece que no podemos escapar de él. Sin embargo, si sabemos movernos en el espacio y mirar de otra manera, nos daremos cuenta de que hay dos lanzas blancas que rajan ese fondo negro que antes todo ocupaba, y que muestran otro espacio mucho más esperanzador que en el que parecíamos estar atrapados.

    La parte de Yves Klein está muy bien, incluida la foto, que me parece fantástica.

    Por último comento un poco la performance de Yoko Ono. Hace un tiempo vi algo parecido en directo, aunque con un estilo diferente. Me gustó, fue interesante.

    Aquí no concuerdo contigo, y es que viendo el vídeo entero sí que observo emociones al final, donde se nota que está incómoda. Mientras tanto, sí que son ciertas su sumisión y falta de acción. Para mí ella se presenta como un objeto (no solo sexual). Al principio el público parece no querer "utilizarlo" demasiado (cortan poca ropa, se les ve cohibidos), pero a medida que esa situación se normaliza, todo ocurre con mayor naturalidad, llegándose a un punto en que la dejan en parte desnuda (y es ahí donde yo la veo incómoda). Desde luego, es bastante impactante si uno se para a pensar un poco en qué nos puede estar queriendo contar.

    IL LETTORE.

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